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Palos de Ciego

Túnez día 23: Una sonrisa

22:54, Habitación del Hotel Gafsa Palace

A veces pienso que lo mejor de la vida se compone de pequeños detalles.

Detalles que marcan la diferencia entre pasar por la vida o disfrutar de ella.

Detalles como la sonrisa de ese niño que ha entrado en la oficina, con una sonrisa de ángel dibujada en su cara.

No me entiende ni falta que le hace. Simplemente llega riendo, los ojos le brillan en la cara como dos faros que alumbran no se si su camino o el nuestro mío.

Ha entrado en una habitación llena de desconocidos que le devuelven una sonrisa, la sonrisa que aparece en nuestras caras intentando imitar la suya.

Son detalles que la vida te regala y muchas veces los dejamos pasar, no los valoramos.

Pero el niño entiende la vida mejor que la mayoría de los adultos.

Quizás simplemente la entienda de manera más simple.

Entiende que las sonrisas se las dedicamos a él.

Y sin dudarlo se nos acerca uno a uno y planta un beso en nuestras mejillas.

Un beso que dice más que cualquier palabra que pueda escribir.

Una sonrisa y un beso de los que mañana no encontraré  más que las cenizas, pétalos marchitos de una flor de medianoche.

Mañana, tras una noche de descanso que no de sueños, me levantaré cansado y somnoliento, con la única motivación del pan de cada día; porque no he encontrado otra manera de conseguirlo...y se que  no es la más dura.

Y no recordaré que esta tarde me han dado una de las mejores razones para buscar el sol cada mañana.

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