Túnez día 27: Domingo de palmeras
Llevo varios minutos con la pagina en blanco sin saber que escribir sobre el día de hoy. Un día de sabor una tanto agridulce. Mejor sería empezar por el principio pero no tengo el cuerpo para ponerme a narrar sin más los acontecimientos. Pero, ¿qué más tengo salvo los hechos? Generalmente demasiadas opiniones.
A los que estén hartos de mis diatribas existenciales he de que el de hoy ha sido un día muy agradable. A pesar de las reticencias que ayer tenía mi compañero serbio de ir a ninguna parte, esta mañana, en el desayuno, ha accedido a que hagamos una excursión. Creo que ayer entendió bastante bien que podía quedarse aquí solo en hotel, que yo no pasaba un día entero encerrado en esta ciudad. Y yo tengo las llaves del coche...
En no menos de una hora llegamos a Touzer, la capital mundial de los dátiles. O al menos de eso presumen sus habitantes. No se si es verdad pero sus 1000 Ha. de palmeral son un buen contrincante si alguien pretende quitarles el trono. Y hay quién lo hace, la ciudad de Nefta, un poco más al sur. Pero hasta allí no llegamos porque el jodio serbio es un urbanita de cuidado y desde las 12:00 ha estado proponiendo volver al hotel. Que le den he pensado un par de veces, a mi nadie me amarga la excursión por el oasis. De hecho si lo han hecho, pero poco a poco.
Por fin he podido pasear por una ciudad con cierto encanto, Gabes y Gafsa son demasiado modernas. El barrio antiguo de Touzer, con sus calles estrechas, diseñadas a modo de laberinto como toda ciudad árabe que se precie, es un lugar como otro cualquier para perderse y disfrutar con ello. Niños jugando en la calle, los imanes llamando a la oración, mujeres tapadas con mantas negras. No es como el burka, me dice un tunecino, se tapan así por el frío. ¿Y en verano?, le pregunto. Para protegerse del calor, me dice el tipo sin inmutarse.
El zoco, bastante turístico, estaba repleto de gente y tiendas. No me precio de ser un gran trotamundos aunque cierta experiencia tengo viajando. A pesar de ello siempre me sorprende como los vendedores de todos los mercadillos del mundo tienen la habilidad para descubrir de donde procedes. Como si el espíritu santo se hubiese dado una vueltecilla por allí regalando su don de lenguas. He preguntado por el precio de un par de baratijas, tan solo por ir controlando los precios de este país. Me han llamado loco numerosas veces, por no regatear e irme sin más o por regatear un buen rato y después irme sin comprar nada. Tan solo me ha entendido la jugada un vendedor de dátiles que al enterarse que estoy en Túnez por motivos de trabajo, me ha dicho en perfecto ingles, ¿que pasa chaval? ¿Intentando pillar los precios?
EL serbio es de ideas fijas, ya le he puesto mote, escalope-man. Es lo único que pide para comer, ensalada y escalope dinde, escalope de pavo, que por aquí se come mucho. Yo he pedido ojja, un híbrido entre pisto y revuelto y por fin he probado la carne de dromedario...nada del otro mundo. Como la de vaca pero algo más dura y con más sabor.
Escalope-man me miraba alucinado, ¿como puedes comerte un animal que huele tan mal? Yo le he contestado que si el no como cerdo. Ha dicho que si. Pues eso.La verdad que en el camino hacia Touzer nos hemos parado a fotografiar unos dromedarios y los cerdos de la sierra de Huelva parecen regados con channel nº5 en comparación con estos animales.
Después de comer fuimos a por el plato fuerte de la excursión. Estuvimos recorriendo un buen rato el palmeral. Realmente impresionante. Miles y miles de palmeras rebosantes de dátiles comparten el espacio con pequeños árboles frutales, cada cual en su nivel. Con pequeñas aldeas y fincas privadas en su interior, el palmeral es atravesado por una red laberíntica de caminos de tierra. Si te sales del la pequeña carretera asfaltado estás perdido, en el literal sentido de la palabra. Y ahí estaba yo, con servio medio dormido en el coche dando vueltas por el palmeral buscando el Jardín du Paradise, que mi libro dice que es muy bonito. Pero no voy por la carretera principal, que va, eso es lo fácil, rápido y aburrido. Yo voy por los caminos de tierra, preguntando a los niños, mujeres y hombres que me encuentro. Algunos montados en un carro tirado por un caballo mirando en plan, o este tío esta loco o esta muy aburrido ¿pero no se da cuenta que la carretera es el camino más fácil? Eso si me entienden porque mi pronunciación francesa debe ser peor que la de sus caballos.
Por fin llegamos al Jardín du Paradise. Es una pena que sea invierno, en primavera debe ser realmente hermoso. El serbio se queja del olor, están abonando algunas partes del jardín. Todo iba como debía ir hasta que entramos en el zoo, si a ese campo de concentración animal puede llamarse zoo. Por principio no estoy muy de acuerdo con encerrar animales, pero tal y como está la naturaleza en algunos casos proteger que dejar libre (?????). Pero ese sitio me revolvió las tripas. Hasta las moscas parecían tristes y deprimidas. Monos, gacelas, diversos roedores, búhos, halcones, buitres, dromedarios, alguna cabra y hasta un león. Y los visitantes disfrutando como enanos, de la misma manera que disfrutábamos nosotros en nuestros zoos antes de hacerlos supuestamente humanitarios. Me rió, mentira, no me rió, lloro, callado y sin lagrimas pero lloro. Hago algunas fotos pensando que si las envío a algún sitio. Pero dónde las voy a enviar. Estamos en Túnez. No es por insultar, pero aquí las leyes en general son bastante más permisivas con todo en general. Anda que se van a preocupar por un par de monos. ¿Los de fuera? Como si no hubiera problemas en el mundo para preocuparse ahora por un león más o menos. Ya lo lamentaremos.
Así regresamos a casa, perdón, al hotel. Radomir, el escalope-man, no parece muy afectado. Es más a medida que nos acercamos al hotel se pone más contento. Jodido urbanita. Si no fuera porque es un cacho pan con un peculiar sentido del humor. Le dejaría en mitad del desierto, que para eso tengo yo las llaves del coche. Mejor dejarlo, alguien me tiene que contar historias de serbia esta noche en la cena.
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