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Palos de Ciego

Túnez, día 36: Pequeños detalles

En los tiempos muertos mientras conduzco hacia el hotel, suelo pensar sobre que voy a escribir en este diario.

Tengo varios temas en el tintero y en los días como este, de rutina y trabajo, me planteo escribir sobre ellos pero ninguno me sacude el alma, la mente o el estomago como para lanzarme a ello.

Hoy he escuchado una canción bellísima. Llena de sentimiento, la melodía melancólica que rompía el alma para después ir reconstruyéndotela pedacito a pedacito, decía en su estribillo algo así como que la vida son dos días.

Pensaba en esa canción, que probablemente era lo más destacable del día. Pero me parecía muy triste y nada parejo a mis sentimientos.

Entonces me ha venido a la cabeza un tema que está siendo recurrente en este diario de viaje, aunque a veces algo borroso, siempre aparece con cada imagen que intento describir.

Me refiero a los pequeños detalles que la vida te regala sin preguntarte, acertando siempre...aunque no siempre sabemos agradecérselo ni siquiera disfrutando de ellos.

Descubro además que mucho de los temas sobre los que aún no he escrito y posiblemente nunca escribiré se refieren a pequeños detalles.

En la puerta del hotel me detengo un rato pensando en todo esto, saludo al entrar a la recepcionista y al botones. Tanto tiempo aquí que ya soy como de la familia. Recorro el largo pasillo hasta mi habitación y sigo dándole vueltas a lo de los detalles pero sin encontrar la forma adecuada, la imagen precisa que me empuje a escribir.

Estoy hablando de pequeños detalles, de como disfrutarlos, de como aparecen sin más y hacen que la vida no se parezca tanto a ella misma y más a lo que nos gustaría que fuese.

Al entrar en la habitación casi me pongo a llorar de la emoción. El corazón me ha dado un vuelco y una sonrisa se ha posado en mi cara, dándome cierto aspecto de idiota y no me apetece espantarla de ahí.

La cama no era tal sino una pequeña obra de arte. Siempre me había encontrado algo especial, generalmente la segunda manta doblada en forma de lacito. Ni que decir tengo que los días que no había tal lacito lo echaba de menos. Hoy no hay lacito, en su lugar encima de la cama tengo una manta plegada en forma de flor. Flores rojas, geranios, es lo que han colocado en las esquinas y encima de la flor. Y una caravana de pétalos es lo que adorna mi almohada.

Le debo otra más a la vida, pero algo me dice que no me la va a cobrar. Esta corre de su cuenta.

Actualiazacion:. una buena sorpresa es la que no acaba cuando parece. Esta mañana, al ir al baño mas dormido que despierto, he levantado la tapa del inodoro (yo siempre la bako despues de usarlo,jeje) y alli me he encontrado un ramillte de pequeñas florecillas rojas dandome los buenos dias. He dudado por un momento y al final me he dicho: a tomar por saco, tengo que hacer cosas importantes, no puedo pasarme una hora contemplando embobado el vater y no pienso mear en el jardin. Tota la magia ha comenzado un nuevo dia que doy por seguro estara repleto de pequeños detalles y sorpresas

1 comentario

laimposible -

Yo me confieso amante de los pequegnos detalles. Ya compartimos dos amores. Seguirè leyendo tu diario otro dìa, hoy temo perderme en ese desierto que aùn no conozco con mis propios ojos.
Baci.